Si eres una mujer de más de 45 años y te pasa algo de esto, no estás sola:
¿Y si tengo alzhéimer?
¿Qué me ocurre? – se preguntan angustiadas muchas mujeres-. ¿Será el estrés? ¿Será porque no duermo? ¿Y si tengo alzhéimer?
En la inmensa mayoría de los casos el problema es mucho más prosaico: lo que sufrimos es la llamada bruma o niebla mental («brain fog» en inglés), cuyos efectos sentimos alrededor del 60 % de las mujeres durante la perimenopausia, es decir, durante los años previos a la menopausia, debido a la caída de los niveles de estrógenos.

Brain fog, ese extraño mal que aquejaba a las mujeres victorianas
El término de niebla mental lo acuñó el médico británico Edward Tilt a mediados del siglo XIX para referirse a un fenómeno curioso que afectaba a las damas victorianas en el ecuador de la cuarentena. De repente, perdían el monedero, se despistaban y no sabían por qué habían ido a donde habían ido. ¿Os suena?

Nuestro cerebro, adicto a los estrógenos, tiene síndrome de abstinencia
Se podría decir que todo eso ocurre porque nuestro cerebro es adicto a los estrógenos que producimos durante nuestra vida fértil y, cuando la hormona empieza a escasear, sufre una especie de síndrome de abstinencia.
En el cerebro tenemos receptores de estrógeno, sobre todo, en el hipocampo, una zona clave para fijar y recuperar ciertos tipos de memoria. Por eso, en la perimenopausia, cuando nuestros estrógenos suben y bajan como en una montaña rusa, la actividad del hipocampo se ve perturbada.

A eso se suman otros factores, propios de esta etapa, que vienen a añadir leña al fuego de nuestra confusión mental. Como los problemas de sueño, que afectan a los circuitos de memoria; los sofocos, que interfieren en nuestra capacidad de concentración; o la fatiga y la tristeza provocadas por la turba hormonal que sacude nuestro organismo.
¿Niebla mental, yo? ¡Nunca!
Como veis, el fenómeno de la niebla mental es algo muy habitual y absolutamente normal. Sin embargo, a muchas tendrían que torturarnos para que reconociéramos que, de vez en cuando, se nos va el santo al cielo. Es casi un tema tabú, una cuestión de la que no nos atrevemos a hablar, porque corremos el riesgo de que nos tachen de viejas.
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A muchas tendrían que torturarnos para que reconociéramos que, de vez en cuando, se nos va el santo al cielo.

La niebla mental, un problema cuando interfiere en nuestra vida profesional
En nuestro día a día, intentamos que no se note. Por ejemplo, yo vivo rodeada de post-it. Pego hojitas de colores por todas partes (en el ordenador, en la habitación, en la cocina y hasta en el cuarto de baño) en las que anoto desde ideas de artículos a contraseñas. El problema es que, a menudo, ¡me olvido de donde pegué el puñetero papelito!
Otras mujeres que conozco han desarrollado soluciones aún más sofisticadas, como llamar «cariño» a todo el mundo (sí, de verdad, una de mis amigas lo hace porque no recuerda ningún nombre) o llevar siempre una agenda detallada, en la que encontrar respuestas cada vez que el cerebro se cortocircuita.

No es ninguna fatalidad: la niebla mental acaba por despejarse
Yo trato de tomármelo con humor, pero soy consciente de que a muchas de vosotras esa confusión mental os angustia e, incluso, avergüenza. Sobre todo, cuando interfiere en vuestras carreras. Habéis trabajado muy duro para llegar donde estáis y no queréis mostrar, bajo ningún concepto, una debilidad que algunos pueden utilizar como pretexto para arrinconaros.
Pero que nadie entre en pánico, porque esa niebla mental no es grave ni definitiva. En general, se despeja a medida que el cerebro se acostumbra a vivir sin su dosis de estrógenos.

Soluciones contra la niebla mental: ejercitar, lubrificar y alimentar el cerebro
No hay soluciones mágicas, pero podemos hacer algunas cosas para limitar los efectos de la niebla mental.
Hacer «abdominales» con el cerebro
Se trata de activar regiones del cerebro como el cerebelo, que se ocupa de la solución de problemas, la memoria y la regulación de las emociones.
Las caminatas (al menos 20 minutos), bailar al ritmo de vuestra canción favorita, hacer yoga o mover los dedos de los pies son ejercicios simples y útiles. Las investigaciones sugieren que también resulta beneficioso hacer crucigramas o rompecabezas.
En YouTube podéis encontrar infinidad de vídeos como este de gimnasia cerebral.
Pasear por la playa, hacer deporte o hacer el amor, además de ser actividades placenteras, favorecen la producción de dopamina, que es un neurotransmisor. También contribuyen a su producción los alimentos ricos en tirosina, como los plátanos o los huevos.

Rodearse de personas positivas con las que hablar, reírse, contar chistes o hacer proyectos activa el cerebro. ¿Por qué privarse?
Todos los medios son válidos, siempre que sirvan para reducir el estrés y la ansiedad. Yoga, sofrología, masajes, meditación.. Además de favorecer el sueño, los métodos de relajación son magníficos bálsamos para el cerebro.
La serotonina es otro neurotransmisor que funciona como antidepresor natural. No está presente en los alimentos, pero algunos favorecen su síntesis, como la nueces, las almendras, los huevos y el arroz completo.
Los ácidos grasos omega-3 (pescado graso, mariscos, lino), la vitamina D (la del sol) y el magnesio también mejoran el estado de ánimo y, en consecuencia, el funcionamiento del cerebro.
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No hay que aislarse. Para algunas mujeres, la perimenopausia puede llegar a ser un momento muy complicado. Si es tu caso, solo puedo recomendarte que no lo afrontes sola y busques ayuda de médicos, psicólogos, psicoterapeutas u otros especialistas que te pueda guiar.
Por la misma razón, no me he atrevido a hablarte de los tratamientos hormonales, que pueden llegar a ser muy útiles, a condición de que antes consultes con un ginecólogo que te explique los pros y los contras. Yo considero que no tengo autoridad para abordar el tema.
Es normal, es transitorio y, si podéis, tomároslo con humor y en compañía
En cualquier caso, este artículo lo que busca es desdramatizar la cuestión de la niebla mental. Sí, puede resultar preocupante. Sí, es un incordio. Pero es algo totalmente normal y, sobre todo, transitorio. La niebla va a despejarse y volverá a salir en sol, pero, hasta que llegue ese momento, lo mejor es que tratéis de afrontarlo con humor y en compañía.
Un abrazo, mujeres maravillosas.
Del «bloqueo lactal» mientras amamantamos (aunque dura más allá de la infancia de nuestros hijos: esos años en la que una duerme mal y poco; mi prima Sandra le decía a su médico: «Doctor: yo antes era una mujer inteligente»), a la «niebla mental» sin pasar prácticamente por clima despejado… 🥴
¡A ver cuándo sale el ☀️ de una vez!😁
Querida Mariana. ¡Tienes toda la razón! Me acuerdo de cuando nacieron mis hijos: lloraba por todo y por nada, no me acordaba ni de mi nombre y se me caían los vasos de las manos. Pero entonces, mis torpezas hacían sonreír a la gente y provocaban ternura. Ahora, si no me acuerdo de algo o se me va el santo al cielo, muchos piensan que es porque me estoy haciendo vieja.
A esos hay que decirles: «viejos, son los trapos».
¡Así me gusta!