
Hace unos días descubrí un libro muy divertido titulado «Feminist Fight Club. Manual de supervivencia para las mujeres en la empresa«, de la periodista estadounidense Jessica Bennet.
Empecé a leerlo con reservas, por el militantismo del título, pero me topé con un libro genial, que me hizo reír con su análisis del comportamiento del macho alfa en la empresa y, sobre todo, con su teoría de que las mujeres deberíamos imitarlo. ¿Parece absurdo? Pues no lo es y sus consejos son muy interesantes.
El macho alfa de Jessica Bennet se llama Josh (para nosotras será Pepe) y es un maestro absoluto en el arte de conseguir lo que se propone.
Pepe es ese tipo que pide una promoción que no merece, que deja el trabajo sucio a sus compañeros y está tan seguro de sí mismo que se comporta como si fuera el director de la empresa. ¿Ya lo estáis visualizando?
Su colega femenina, que llamaremos Ana, ocupa un cargo equivalente. Ella es brillante y se deja las pestañas en el trabajo, pero tiene problemas para demostrar su valía. Irritada, se repite: «tienes que ser como Pepe, tienes que ser como Pepe…»

Ser como Pepe. Primera lección: aparentar
Ser como Pepe conlleva hablar con voz firme y frases directas y convincentes. Siempre sabe qué decir, sea cual sea el tema y sea quien sea su interlocutor. En las reuniones acaloradas, en las que todos intervienen, consigue que su voz se escuche. El tipo está muy lejos de ser infalible, pero lo aparenta.

A su lado, Ana deja ver sus fallas e inseguridades en cuanto abre la boca. Tarda en responder, busca la palabra apropiada, monta en los agudos cuando está nerviosa y siempre parece que se está disculpando: «Siento interrumpir…», «Tal vez sea una tontería…», lo que lleva a la gente a dudar de sus capacidades.
Ana es víctima de una maldición: la tendencia de las mujeres a infravalorarse.

- ¿Cómo ‘aparentar’ como Pepe?
En realidad, no hay que aparentar, hay que creérselo y existen técnicas para conseguirlo.
Una de ellas, muy útil para aumentar la confianza según los psicólogos, consiste en escribir en un papel tus cualidades, sin miedo a exagerar. Puedes echarte todas las flores que desees, como si fuera tu madre la que escribiera la lista. También puedes incluir tus éxitos personales, pequeños o grandes, y todo lo que te hace sentir orgullosa. Lo ideal sería tener ese papel a mano -o en el móvil- y releerlo cada vez que el demonio de la inseguridad nos asalte (por ejemplo, antes de tener una reunión o una entrevista de trabajo).

Otra técnica para mejorar la autoestima: inventarse un alter ego dotado de una confianza absoluta. Se trata de meterse en el personaje, como un actor. Ponerse el caparazón del ególatra y aprender a expresarse como él. Para lograrlo, entrénate a hablar eliminando de tus frases todas las disculpas, las muletillas y los giros inútiles que restan fuerza al discurso. Tu palabra debe ser un dardo, como diría Fernando Lázaro Carreter. Entrenar su alter ego ante el espejo es un ejercicio fabuloso y muy divertido. Y si no te funciona para aumentar la confianza, seguro que te permite echarte unas risas pensando en el Pepe de turno.

A la mayoría de las mujeres, la confianza no nos viene de fábrica, así que no nos queda otra que trabajarla.
Ser como Pepe. Segunda lección: decir NO
Todos saben que Pepe es un hombre «ocupado», que hace cosas «importantes». Por eso, se comprende que no tenga tiempo para nimiedades y se aceptan sus negativas como algo normal.
Pero cuando es Ana la que dice no, la gente se sorprende e incluso se molesta. Están acostumbrados a acudir a ella por todo y por nada, para pedirle consejo, para conocer su opinión y, sobre todo, para que les eche una mano. El problema es que a menudo Ana tiene toneladas de trabajo y las interrupciones de sus compañeros se convierten en un calvario.

- ¿Cómo decir NO como Pepe?
No se trata de decir no de forma sistemática. Es normal echar una mano a un compañero, pero esa ayuda debe ser considerada como un intercambio en el marco laboral y, por tanto, sujeta a condiciones.
¿Quieres mi opinión? Envíame antes todas las informaciones.
¿Un consejo? Necesito conocer los pormenores

El problema es que las solicitudes vagas suelen llevar más de los «dos minutos» prometidos. Así que, si es una pregunta profesional, la respuesta también debe ser profesional.
Y si no puedes perder tiempo (o no quieres), tienes todo el derecho del mundo a decir no. Un no firme, pero calmado. Y os cuento un secreto: en general, la gente te valora mucho más cuando sabes decir no, ya sea en el trabajo o en la vida privada.

Ser como Pepe. Tercera lección: pedir e insistir
Cuando Pepe quiere conseguir algo (un aumento de sueldo, por ejemplo), lo pide, sin miedo a una negativa. Y si su superior se lo niega, Pepe reformula su propuesta y vuelve más tarde al despacho del jefe para insistir.
¿Y Ana? ¿Qué hace? Como podéis imaginar, el simple hecho de pedir algo le resulta muy difícil. Por naturaleza, las mujeres detestan enfrentarse a situaciones en las que puedan ser rechazadas o juzgadas. Así que Ana solo cruzará el umbral de la puerta del jefe cuando ya no pueda más o sienta que se está cometiendo una injusticia (por ejemplo, al darse cuenta de que Pepe gana el doble).
¿Y si el jefe responde no? Seguramente Ana regresará a su despacho triste y cabizbaja. Se lamentará, se preguntará qué es lo que ha hecho mal y se enfadará consigo misma. Luego, el sentimiento de injusticia echará raíces en ella, así como el rencor hacia su jefe. Por supuesto, no insistirá.

- ¿Cómo reclamar e insistir como Pepe?
Ana comete dos errores muy femeninos:
- Pensar que le van a conceder el aumento porque se lo merece, sin necesidad de pedirlo.
- Tomarse la negativa como una cuestión personal.
Por otro lado, una petición importante no se improvisa. Hay que entrenar el discurso, elaborar argumentos y también prepararse psicológicamente para una negativa.
Y si la respuesta es NO, hay que saber insistir como si fueras un Pepe: porque más vale ser cansina que invisible. Tal vez no consigas todo lo que quieras, pero es muy posible que consigas una parte o, al menos, una forma de compensación.

Ser como Pepe. Cuarta lección: triunfar fracasando
Pepe ha montado una start-up financiada con dinero de inversores, que dilapida alegremente. Y ¿qué hace cuando la start-up se hunde? En lugar de avergonzarse, grita su fracaso a los cuatro vientos y narra su historia de superación personal en blogs, podcast y conferencias.
Mientras, a las mujeres nos bloquea el miedo al fracaso. Un miedo que sentimos desde nuestra más tierna infancia y, a menudo, se acentúa con los años.

Ese miedo tiene una parte positiva, pues es el culpable de que nos preparemos más y seamos más reflexivas y meticulosas que los hombres en el trabajo. La parte negativa es que, a menudo, esa inseguridad nos paraliza y nos lleva a evitar nuevos desafíos o a bajar los brazos ante las dificultades.
- Cómo podemos ser osadas como Pepe
Hay que empezar por preguntarse qué es peor: ¿Fracasar después de intentarlo o fracasar por no haberlo intentado? Según los expertos, esta última opción es la que más lamentamos en nuestra vida. Y los estudios lo avalan: no hay escuela que nos enseñe más que un fracaso gigantesco, ni terapia que nos vuelva más fuertes. Hay que atreverse y para eso, lo siento, no hay técnicas.
No ser como Pepe, ni falta que hace

Como os habréis dado cuenta, Pepe es ese tipo que las mujeres detestamos: arrogante y trepa. Ese tipo de hombre que nos interrumpe cuando hablamos y practica el mansplaining. Por supuesto, no queremos ser como él, pero envidiamos su confianza y su arrojo, que provocan en nosotras una mezcla de rechazo y fascinación.
Nunca seremos como Pepe (ni falta que hace), pero podemos ser mucho mejores. Basta con que aprendamos a :
Suerte si tenéis que lidiar con un Pepe y adelante, vosotras podéis con todo.
Un abrazo, mujeres maravillosas.
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