
- Tal vez te has quedado en paro y ahora, pese a tu experiencia y capacidades, no encuentras trabajo.
- O estás hasta las narices de tu empleo actual y sabes que lo harías mejor siendo tu propia patrona.
- Puede ser que después de años dedicándote a tu familia, ahora quieras hacer algo para ti.
- Es posible que te hayas divorciado.
- O que te hayas dado cuenta de que el tiempo pasa y no has realizado tus sueños.
- O, simplemente, necesitas un cambio radical en tu vida.
Hay muchas de razones para querer montar tu propio negocio y todas son válidas. Las encuestas lo muestran, las mujeres de más de 45 años representan un porcentaje cada vez más importante de los emprendedores.
Sin embargo, una cosa es la resolución de Año Nuevo («¡Esta vez me lanzo!») y otra distinta atreverse a dar el paso. Este artículo es el primero de una serie en la que trataré de daros ideas y herramientas para que os podáis proyectar. También os contaré historias de mujeres que un día se atrevieron a dar el paso. Mujeres a las que les ha costado mucho esfuerzo y trabajo montar su empresa, pero que no se arrepienten de haberlo hecho.
Las mujeres crean empresas a un ritmo nunca visto
En todos los países desarrollados se observa la misma tendencia: cada vez hay más mujeres emprendedoras. En España, hace tiempo que lideran el crecimiento del número de autónomos. Aún están lejos de alcanzar la paridad (representan algo más del 36 %), pero ganan terreno a un ritmo sostenido. En Francia, más de 40 % de los creadores de empresas individuales son mujeres.
Las que más emprenden están en la treintena, pero hay un segundo grupo destacado, compuesto por mujeres de más de 45 años. Es decir, nos atrevemos a crear nuestro propio negocio (con todo lo que supone de esfuerzo y entrega) a una edad a la que, paradójicamente, los responsables de contratación de las empresas empiezan a considerarnos demasiado viejas para darnos un puesto de trabajo.
Precisamente es esa falta de perspectivas la que lleva a muchas de nosotras a dar el paso. La actriz y productora Reese Witherspoon lo explica de forma maravillosa, cuando cuenta por qué montó su creó Pacific Standard Films, su productora centrada en la difusión de historias femeninas. Su «What we do now?» ya es todo un clásico…
Las mujeres de más de 45 años tenemos un denominador común: nuestras ansias de libertad. Estamos hartas de llevar puesto un corsé social que limita nuestros movimientos, que nos impone cómo comportarnos como mujeres, como madres o como esposas y que, llegada una cierta edad, nos aparca como si fuéramos un Sinca 1000.
Sin trabajo con más de 45 años
Muchas mujeres se encuentran en paro a esa edad y sin solución de continuidad. Les quedan 20 años o más de carrera profesional, pero las empresas ya no las quieren. No importa su bagaje, no importa su experiencia, los responsables de contratación las perciben más como un problema que como una solución.
Llegado este punto, no puedo resistir la tentación de poneros otro vídeo divertidísimo. Se llama «Last fuckable day» («Último día follable») y en él la humorista Amy Schumer y las actrices Tina Fey, Julia Louis-Dreyfus y Patricia Arquette celebran un funeral hilarante de la vagina de Julia (y, en consecuencia, de sus posibilidades de encontrar un trabajo).
Frustradas en sus empleos
Otras mujeres de más de 45 años se siente frustradas en trabajos que les impiden desarrollar su potencial. Como una de mis amigas, que se sentía infantilizada por su jefe, que se empeñaba en explicarse cómo tenía que hacer su trabajo. Con la autoestima por los suelos y al borde del burnout, dijo basta, hizo una formación y ahora tiene una peluquería canina que funciona de guau.
Retomar su vida tras un divorcio o cuando el nido se vacía
A menudo, el detonante que lleva a las mujeres a emprender es un divorcio. Al principio, se sienten perdidas, desorientadas, pero luego sienten como si la vida les diera una patada en el trasero: o me lamento y me quedo en mi rincón, o me pongo las pilas y me demuestro a mí misma lo que valgo.
Otro cambio drástico en la vida es cuando los niños se hacen mayores. Hemos construidos nuestra vida en torno a ellos, eran nuestro motor y nuestra razón de ser y ahora ya no nos necesitan. Crear una empresa puede convertirse entonces en ese objetivo que dé sentido a nuestras vidas, con la ventaja de que ahora la conciliación deja de ser un problema (salvo que hayamos pasado de ocuparnos de nuestros hijos a tener que ocuparnos de nuestros padres).

Necesidad de hacer algo que nos enorgullezca
El tiempo que pasa empieza a pesarnos. Nos damos cuenta de que, si queremos cumplir nuestros sueños, es ahora o nunca. Algunas mujeres sienten la urgencia de realizarse a través de algo en lo que puedan sentirse orgullosas.
Reinventar su vida es un reto, un riesgo, una insolencia
La economía digital nos está ayudando mucho a dar el paso, pero nos faltan referentes de mujeres triunfadoras en los negocios y nos cuesta romper el molde para emprender fuera de los sectores considerados ‘femeninos’. A saber, la moda, la estética, los niños y el hábitat.
¿Y qué dicen las estadísticas? Pues que las empresas impulsadas por mujeres son mucho más sólidas que las creadas por los hombres.
Según el Mapa del Emprendimiento de Spain Startup-South Summit, los proyectos femeninos fracasan un 28 % menos que los masculinos y, en el tiempo, son más sostenibles y rentables. La razón es que solemos ser más constantes, eficaces y responsables. También más prudente. Nuestra visión de la empresa es a largo plazo.
Eso hace que los inversores y los bancos, que hace unos años nos miraban con recelo, empiecen a apostar por los proyectos femeninos.
Así que ya veis: si os trota por la cabeza la idea de convertiros en vuestras propias jefas, no estáis solas. Muchas lo intentan y lo logran. ¿Por qué no ibas a ser tú una de ellas? Nadie ha dicho que será fácil. Deberás prepararte física y psicológicamente, y tendrás que asegurar un poco tus pasos y anticipar los problemas. Pero ES POSIBLE.
En el siguiente artículo, veremos cómo preparar el terreno antes de poner en marcha tu proyecto. Cómo armarte y qué debes tener en cuenta antes de lanzarte a la piscina sin salvavidas y sin saber nadar.
[…] Leer también: Mírame, no soy invisible […]