El bombardeo continuo de información, a menudo contradictoria, sobre lo que debemos o no debemos comer, ha convertido la función básica de alimentarse en una montaña rusa emocional. Desde los medios de comunicación y las redes sociales nos dicen que este alimento es bueno y aquel otro es malo. Las dietas se multiplican: cero azúcar, sin carbohidratos, proteicas, paleo, détox… Nos dicen que no hay nada mejor que hacer ayunos intermitentes y los hay que hasta nos convencen de pincharnos medicamentos antidiabéticos para perder peso. ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Qué le pasa a esta sociedad paranoica, en las que unos están obsesionados con el deporte y la dietética, mientras otros se dejan caer en el sedentarismo y la obesidad?