Es un auténtico fenómeno en las redes sociales: amas de casa ‘perfectas’ explican sus ‘secretos’ para limpiar el hogar, cocinar, educar a los niños, planificar las labores domésticas y estar siempre bellas y sensuales para complacer al marido. Es un extraño viaje al pasado, protagonizado por mujeres que, en realidad, se ganan la vida como influencers, con un enorme poder de persuasión sobre sus decenas de miles o incluso cientos de miles de suscriptoras.
Recuerdo cuando mi madre, allá por los años 70 del pasado siglo, me decía: «hija, estudia una carrera y sé independiente». Ella, que nació y se crió en la miseria de la posguerra española, sabía muy bien lo que era trabajar duro. Ella, que no pudo estudiar, conocía como pocos la importancia de estar preparada. También sabía muy bien lo que era sacar adelante a una familia. Y con toda su sabiduría, a lo que me animaba era a ser una mujer fuerte e independiente.
Y yo me pregunto: ¿cómo es posible que, 50 años después, las redes sociales estén plagadas de mujeres incitando a otras mujeres a ser amas de casa?

El universo impecable e implacable de las ‘diosas domésticas’
En el mundo anglosajón, en particular en Estados Unidos, a esas amas de casa ‘perfectas’ y poderosas influencers se las llama domestic goddess (diosas domésticas). Son como las amas de casa convencionales, pero con dosis extra de responsabilidad, la de mostrarse siempre bellas, maquilladas e impecables.
Bella y sumisa, la definición de ‘diosa doméstica’ de esta youtuber es un auténtico viaje al pasado.
En su descripción de la ‘Domestic Goddess’ dice que tiene que ‘estar en forma’ y ‘cuidar su hogar porque su hogar es su reino’. A eso añade algo mucho más perturbador, pues afirma que la diosa doméstica tiene que ser ‘sumisa a su hombre’.
En 1985, la humorista Roseanne Barr ya bromeaba refiriéndose a las ‘diosas domésticas’ en un sketch mítico en el show de Johnny Carson.
Casas impecable y niños perfectos: la mujer al servicio de los demás
La mayoría de estas diosas del hogar preparan comidas sanas y equilibradas en sus casas limpias como una patena, nada que ver con el paisaje postapocalíptico que era mi hogar cuando mis tres hijos eran pequeños. También dan consejos a las amas de casa sobre limpieza, organización, compras, finanzas domésticas o educación. Otro capítulo importante es la belleza y ahí de lo que se trata es de la importancia de que las mujeres se mantengan siempre bellas y en forma, principalmente, para complacer al marido.
Muchas de ellas también explican con lujo de detalles cómo dejaron sus empleos para poder pasar ‘tiempo de calidad’ con sus hijos y ocuparse de su hogar. En definitiva, de forma intencionada o no, hacen sentir culpables a las mujeres que hacen malabarismos para conciliar trabajo y hogar, y vehiculan la idea -como desde tiempos inmemoriales- de que la obligación suprema de la mujer es ponerse al servicio de los demás.
¿Amas de casa o creadoras de contenidos? El negocio de aleccionar a las mujeres
Pero lo que más me molesta no es ese proselitismo que hacen gracias al altavoz de las redes sociales, sino el hecho de que buena parte de esas diosas de rímel y lápiz de labios se ganan la vida con sus contenidos y sus decenas de miles o incluso cientos de miles de suscriptores. Es decir, que no solo se dedican a su hogar, sino que tienen una atareada vida profesional, porque hacer contenidos es mucho más complicado de lo que parece: exige una planificación, un guion, nociones de montaje, así como mucho tiempo y energía.
El lado oscuro del que no hablan: dependencia económica y síndrome del ama de casa
No me interpretéis mal: respeto profundamente a las mujeres que, sea por la razón que sea, son amas de casa. Pero ¿por qué esas influencers no explican también lo que supone para una mujer quedarse en su hogar? En particular, la dependencia económica de su pareja que va a condicionar todas sus decisiones, así como su futuro.
Porque,
- ¿Qué pasará, por ejemplo, cuando lleguen a la cuarentena o la cincuentena, sus hijos se hagan mayores y ellas ya no estén frescas como rosas?
- ¿Qué les pasará si se divorcian después de años fuera del mercado de trabajo?
- ¿Qué les pasará si a sus maridos y proveedores les ocurre algo?
- ¿Qué les pasará cuando lleguen a mayores y no tengan pensión de jubilación ni ahorros?
Como tampoco hablan del llamado síndrome del ama de casa, una gama muy amplia de problemas psicológicos que presentan muchas mujeres dedicada a su hogar. Entre ellos, aislamiento, depresión, comportamientos compulsivos -como la obsesión por la limpieza-.
También experimentan un sentimiento de inutilidad y, con frecuencia, problemas de sueño. En resumen, podemos decir que la reina del hogar suele sentirse triste y frustrada.
Millennials que no quieren casarse ni tener hijos
Así que no me extraña que la otra esquina del ring se ha llenado de chicas millennials que gritan a los cuatro vientos que no quieren ni casarse ni ser madres.
Unas afirman que es por conciencia medioambiental, porque ya somos muchos en el planeta, pero otras dejan claro que es porque lo que no quieren es sacrificar su libertad y su futuro laboral y financiero en el altar del amor y la familia.
Oda a la madre luchadora que quería que su hija fuera libre
Llegado este punto, vuelvo a mi madre, porque creo que algunas de las mujeres que hoy estáis en la cincuentena, podríais ver reflejadas en ella a vuestras propias madres.

Ella nació en una familia muy humilde y su vida fue una lucha por salir adelante. Apenas pudo ir al colegio y aprendió siendo muy niña lo que era trabajar para comer.
Se casó, emigró a Francia -como miles de españoles- y allí vivió mayo del 68. Allí también descubrió cosas que no le gustaban y otras, sobre todo al observar a las mujeres francesas, que le hicieron reflexionar.
Ya de vuelta en España, nací yo. Y recuerdo como si fuera ahora, cómo me repetía, como un mantra: «estudia, hija, estudia. Haz una carrera y sé independiente». Cincuenta años después, esa independencia sigue siendo una quimera para muchas mujeres.
Así termino, con el deseo ardiente de que hayáis encontrado una solución al intríngulis de ser mujer y madre sin renunciar a vuestra profesión y a vuestra independencia.
Un abrazo, mujeres maravillosas.